jueves, mayo 31

Segunda persona plural

Afuera llueve, oblicuo y con eco.
Adentro llueve, oblicuo y con eco.
El eco rebota y da vueltas, me da vueltas: revuelta.
Sí, siempre doy las mismas vueltas.
Y afuera llueve, y mi memoria sigue gris.
Siete colores en espiral
o un puente que camina sin puntos cardinales
orientado únicamente por la arritmia de un lenguaje musical,
quizás en el silencio musical de los abrazos,
en ese lenguaje;
quizás en el murmullo de un otoño compartido
y en el verbo que aún no podemos con-jugar.

Afuera llueven verbos, otoños, abrazos
y letras y hojas y brazos (y ecos).
Cenizas quedan, pero este frío
y quedan también algunos rostros y ciertos días
y algunos cuantos horizontes fracturados (y este frío)
¿fracturados por el frío?
por tu frío o
¿crees acaso que llegas
hasta donde termina tu piel?
el frío mío, tuyo, mío, tu frío
que abriga
y, a veces, oxida
cuando inunda la luna, roja, encendida.

Has visto su silueta brillar
has visto sus manos girar
has visto has visto has visto
¿y cuando afuera llueve?
Se derrite su luz y la tragamos
disolviendo el trazado de su recuerdo
has visto has visto has visto
¿y cuando adentro llueve has visto?
me mancho la boca con palabras-silencio,
me proyecto en una esquina
que ha tragado este paraguas compartido,
la misma esquina donde siempre nos encontramos
la esquina que nunca esperé
y que se hizo otoño sin pluralidad de voces
en la fuga de una lluvia en sepia,
que devela y oculta
que oprime y desangra
"derrepente" en un quizás, en un tal vez.

Se cierra un ciclo
y la música no puede seguir siendo igual
y llueve, adentro
y afuera no ha parado é isso aí.

Parece un final, parece.



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Quién hubiese pensado que una frase solitaria se transformaría de pronto en el último respiro de un mayo colmado de sequía.

Texto inciado por Danelí en plena clase de Investigación Educativa, y continuado por quien escribe, en una hoja cualquiera arrancada seguramente de su cuaderno, donde se vertó el último impulso que por dentro lloraba o llovía (ya casi es lo mismo).

Y todo por una mentira, afuera no llovía y no aguanté mirar por la ventana, por la mía, por la tuya y de costado.

De fondo el agujero negro, la historia del campesino sin luna, el poema en mapudungun (que nos dijo más en su melodía),el recuerdo de kandinsky y el juego, las miles de flechas, las pautas relacionales,
las interrogantes de siempre y su eco.


Al fin, el poema se hizo melodía en nuestras voces y consagramos el título a esa segunda persona plural
Y entonces, afuera la lluvia se hizo realidad.

Gracias Danelí!!!

http://www.corazondebonobon.blogspot.com/

Búscala en su ciudad que huele a ropa verde!




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